Km. 40.

Aquiles era el corrredor mas veloz de toda Grecia y su contrincante lento, como toda tortuga. A pesar de sus diferencias decidieron competir en una carrera de naturaleza haiku, pues más que larga era profunda. Como Aquiles es diez veces más rápido dejó a la tortuga diez metros de ventaja. Comienza la carrera. En el primer tamo Aquiles corre una decena de metros mientras su contrincante apenas avanza uno. El griego reduce ese metro de distancia, el quelonio un decímetro. El hombre corre ese decímetro y el reptil el esperado centímetro… Aquiles y la tortuga llevan siglos sin llegar a la meta de esa carrera hacia lo minusculo. He recordado esta historia cuando, al fijar el nuevo mojón, aparece ante la cámara una tortuga. Oigo una respiración y miro hacia atrás, por un instante imagino que a cortísima distancia encontraré a Aquiles. En su lugar aparece un excursionista. Dice llamarse Jaume, como el hijo de mi pareja. Cuando se lo comento, sonríe: su hija se llama como yo. Bromea “oh, somos el espejo del otro”. No sé por qué no me río, el asunto tiene guasa. Le veo partir, su silueta se pierde en un punto ciego de la pista en la que nos movemos (él, la tortuga y yo). Avanzamos en el anillo de Moebius.

Esta entrada se publicó el julio 3, 2009 en 1:30 pm y se archivó dentro de Tercera jornada. Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

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